La inteligencia artificial se ha consolidado como una herramienta cotidiana para obtener respuestas rápidas a diversas interrogantes, una función que anteriormente cumplían los buscadores de internet. Plataformas como ChatGPT han ganado notoriedad por su capacidad para generar información de manera inmediata, incluso en áreas complejas como la salud. Sin embargo, expertos del sector sanitario advierten que consultar a estas tecnologías sobre cuestiones médicas entraña riesgos significativos.
Aunque estos sistemas procesan enormes volúmenes de datos, carecen de la formación, la experiencia y el juicio clínico que posee un profesional de la salud. Utilizar la inteligencia artificial como principal fuente de consulta médica puede derivar en errores graves, diagnósticos tardíos o la recomendación de tratamientos inapropiados.
Las limitaciones de la IA
El principal riesgo de consultar a la inteligencia artificial sobre temas de salud radica en que sus respuestas, aunque a menudo bien estructuradas, no siempre son precisas ni están personalizadas. Un modelo como ChatGPT no tiene acceso al historial clínico del usuario ni a resultados de pruebas diagnósticas, por lo que su información es de carácter genérico. Esto puede generar una falsa sensación de seguridad o, en el caso contrario, alarmar innecesariamente a una persona ante síntomas menores.
Adicionalmente, la IA opera a partir de patrones identificados en textos, no de un conocimiento médico actualizado en tiempo real. Esto significa que puede cometer errores, omitir detalles cruciales o proporcionar recomendaciones basadas en información obsoleta. Un diagnóstico equivocado, fundamentado en datos incompletos, puede retrasar el acceso a la atención adecuada y agravar el estado de un paciente.
La importancia de acudir a un especialista
Los médicos no solo aplican conocimiento teórico, sino también su experiencia práctica, capacidad de observación y juicio clínico. Un profesional puede interpretar un conjunto de síntomas, realizar un examen físico, solicitar pruebas específicas y diseñar un tratamiento adaptado a las necesidades de cada individuo, tareas que resultan imposibles para un sistema de inteligencia artificial.
La consulta con un especialista garantiza, además, un seguimiento adecuado, la posibilidad de ajustar la medicación y la detección temprana de posibles complicaciones. Por el contrario, confiar en respuestas automatizadas puede fomentar la automedicación, el uso incorrecto de fármacos o la desconfianza hacia la medicina basada en evidencia.
En definitiva, si bien la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil para la divulgación de información general, no debe sustituir la consulta con un profesional sanitario. La recomendación es utilizarla como un apoyo informativo, pero ante cualquier duda sobre la salud, es imperativo acudir siempre a un médico cualificado.