La gestación de Rain Man, un largometraje que eventualmente cosechó cuatro premios Óscar, estuvo marcada por una profunda incertidumbre y el escepticismo de sus principales protagonistas. Antes de alcanzar el estatus de clásico cinematográfico, la producción enfrentó un camino arduo, plagado de obstáculos inesperados, lo que llevó a Tom Cruise y Dustin Hoffman a dudar de su viabilidad.
El primer contacto profesional entre ambos actores ocurrió en 1984 en Nueva York. En aquel momento, Cruise era una figura emergente en la industria, mientras que Hoffman ya era un actor consolidado. Tras una interacción inicial, Hoffman prometió una futura colaboración, promesa que se concretó dos años después con el envío del guion de Rain Man, iniciando así una asociación que pronto se vería desafiada por las dudas.
A lo largo del desarrollo del proyecto, tanto Cruise como Hoffman manifestaron un notable escepticismo sobre el potencial del filme. La película fue apodada irónicamente por ellos como “Dos bobos en un auto”, un término que reflejaba sus reservas sobre el guion y la capacidad de la trama para resonar con el público. La acumulación de retrasos y problemas de producción solo alimentó esta desconfianza.
Este apodo no se limitó a un chiste privado; Sydney Pollack, uno de los directores inicialmente considerados, expresó su rechazo al proyecto con una frase similar. Más tarde, Barry Levinson, quien finalmente dirigiría la película, respondió con humor a esta percepción, intentando aligerar el ambiente que rodeaba la ya compleja preproducción.
El camino hacia un rodaje estable fue prolongado y tortuoso. Durante dos años, Cruise y Hoffman mantuvieron su compromiso a pesar de la rotación de hasta cuatro directores antes de que Barry Levinson asumiera el control. Si bien Levinson aportó estabilidad y una nueva dirección creativa, la atmósfera de duda persistió entre los actores y parte del equipo técnico.
Durante la fase de rodaje en Las Vegas, el distanciamiento emocional de Hoffman se hizo evidente. Se ha documentado que el actor, en varias ocasiones, prefería pasar tiempo en los casinos en lugar de permanecer en el set. Esta situación llevó a la producción a tomar medidas inusuales para asegurar su presencia, lo que acentuó el clima de incertidumbre y frustración entre el equipo.
Mientras tanto, Cruise se esforzaba por establecer una química convincente con Hoffman en pantalla, a pesar de la inestabilidad del entorno laboral. Ambos eran conscientes de que, aunque el guion ofrecía oportunidades actorales, el ambiente de trabajo y la falta de una dirección clara podían comprometer el resultado final. Este clima de desconfianza acompañó a la producción casi hasta el último día.
El estreno de Rain Man revirtió completamente estas expectativas negativas. El filme no solo conquistó al público, sino que también recibió la aclamación de la crítica, culminando con la obtención de los premios Óscar a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor para Dustin Hoffman y Mejor Guion Original. Este reconocimiento transformó radicalmente la percepción de todos los involucrados en la producción.