A sus 63 años, la actriz Meg Ryan ha ofrecido una cándida reflexión sobre el envejecimiento, en una perspectiva que desafía el tradicional enfoque en la juventud que prevalece en la industria del entretenimiento. En una reciente entrevista con la publicación Women’s Health, Ryan abordó el paso del tiempo con una visión de autoaceptación y optimismo. “No es tan aterrador”, afirmó, asegurando que disfruta plenamente su etapa actual.
La actriz, reconocida por su carrera en Hollywood, explicó que la madurez le ha permitido reconciliarse con su imagen pública y valorar su presente. “Ahora que soy mayor, me encanta mi edad y disfruto del lugar en el que estoy”, comentó. Esta actitud contrasta con la presión que, según admitió, sintió durante años para cumplir con los estándares de belleza y la constante evaluación a la que son sometidas las figuras públicas.
Ryan señaló que la clave para afrontar un proceso inevitable como el envejecimiento es la actitud. “Ojalá alguien me hubiera dicho antes: relájate, esto es lo que hay”, expresó, subrayando la importancia de aceptar los cambios como parte natural de la vida. Hoy, afirma, ha aprendido a mirarse con más generosidad.
En la entrevista, habló abiertamente de los cambios físicos, como la aparición de arrugas o las alteraciones hormonales, y los describió como señales del paso del tiempo que no le resultan intimidantes. Esta aceptación, indicó, ha redefinido sus prioridades, llevándola a centrarse en el bienestar integral. “He aprendido a priorizar cómo me siento antes que cómo luzco”, puntualizó, destacando una mayor conciencia sobre sus rutinas de ejercicio y alimentación, adaptadas a sus necesidades actuales.
La actriz también reconoció la dificultad de envejecer bajo la exposición mediática y la opinión pública, que a menudo critica a quienes eligen no ocultar los signos de la edad. Sin embargo, ha adoptado una postura firme frente a los comentarios negativos. “Simplemente no puedo, no merecen la pena”, manifestó, dejando claro que su bienestar emocional está por encima de la aprobación externa. Para ella, la autocompasión y la autenticidad se han convertido en pilares fundamentales.
El testimonio de Ryan se presenta como una defensa de la libertad que puede acompañar a la madurez. Su mensaje central reivindica la autenticidad por encima de las expectativas externas, proponiendo una relación más compasiva con uno mismo y celebrando la plenitud que, según su experiencia, acompaña a cada etapa de la vida.