La trayectoria de los miembros de Pink Floyd continúa por caminos separados, cada uno perpetuando una faceta del legado de la banda. Mientras Roger Waters se ha enfocado en un espectáculo de corte político, David Gilmour ha optado por preservar la grandilocuencia sonora y la estética visual abstracta que definieron a la agrupación. Esta visión se materializa en su más reciente proyecto, 'David Gilmour Live at the Circus Maximus, Rome', un registro cinematográfico de su concierto en la histórica arena romana, que se proyecta esta semana en salas de cine a nivel mundial.
El filme, dirigido por su colaborador habitual Gavin Elder, documenta el regreso del guitarrista a los escenarios tras casi una década. El espectáculo se enmarca en la gira de presentación de su álbum 'Luck and Strange' (2024) y ofrece una cuidada selección de temas que recorren tanto su carrera solista como el vasto catálogo de Pink Floyd.
Un viaje musical a través del tiempo
El repertorio alterna canciones de su nuevo disco, incluyendo una interpretación de “Between Two Points” junto a su hija, Romany Gilmour, con himnos icónicos de Pink Floyd. El público podrá revivir clásicos como 'The Great Gig in the Sky', 'Time', 'Wish You Were Here' y una imponente versión de 'Comfortably Numb'. La selección también rescata piezas de períodos menos explorados, como 'Fat Old Sun', del álbum 'Meddle'.
Notablemente, el repertorio se concentra en las composiciones donde Gilmour tuvo un rol protagónico, incluyendo temas de la era posterior a la salida de Waters, como los discos 'A Momentary Lapse of Reason' y 'The Division Bell'. De este último período destaca una enérgica interpretación de 'Sorrow', complementada por un despliegue de láseres que iluminó el recinto romano.
Perfección técnica y virtuosismo
Fiel a su reputación, el espectáculo es una demostración de virtuosismo y precisión técnica. La ejecución de guitarra de Gilmour, fluida y lírica, se ve potenciada por un diseño de sonido de alta fidelidad. La interacción entre los tres guitarristas en escena, los teclados y el coro femenino resulta en una experiencia musical impecable, de gran pulcritud y emotividad, que rinde tributo a uno de los sonidos más influyentes de la historia del rock.