Los beneficios y desafíos del entrenamiento por la mañana
La práctica de ejercicio durante las primeras horas del día presenta múltiples beneficios, como un incremento de energía, mayor claridad mental y una reducción del estrés a lo largo de la jornada. Además, permite liberar el resto del día para otras actividades y facilita la creación de un hábito. Sin embargo, esta rutina no es viable para todas las personas, particularmente para aquellas con horarios laborales restrictivos o que no tienen un rendimiento óptimo al despertar temprano.
El consenso entre los expertos es que lo fundamental es mantenerse activo y superar el mínimo recomendado de 150 minutos de ejercicio semanales. Si bien el momento del día en que se realiza la actividad no es el factor más determinante, la forma en que se ejecuta el entrenamiento y, sobre todo, la nutrición previa, juegan un papel crucial en el rendimiento.
La nutrición como combustible para el entrenamiento matutino
La alimentación adquiere una relevancia especial para quienes entrenan por la mañana. Después de un periodo de ayuno de aproximadamente siete u ocho horas durante el sueño, el cuerpo requiere combustible para evitar el agotamiento prematuro durante la sesión de ejercicio y para que los músculos funcionen correctamente.
No es estrictamente necesario consumir un desayuno completo antes de entrenar, ya que podría generar una sensación de pesadez. No obstante, una ingesta ligera es recomendable. Según especialistas, es seguro entrenar en ayunas, pero si la rutina es de alta intensidad o supera los 60 minutos de duración, consumir un alimento previo se vuelve importante. Se sugiere un snack pequeño que ayude a elevar los niveles de glucosa en la sangre, los cuales disminuyen naturalmente durante la noche, garantizando así la energía necesaria para el esfuerzo físico.
