El consumo moderado de café se asocia con múltiples beneficios para la salud, aunque su eficacia, particularmente como estimulante, puede depender del momento en que se ingiere. Para millones de personas, esta bebida es un ritual matutino indispensable para iniciar el día con energía. Sin embargo, la ciencia sugiere que adelantar demasiado esa primera taza podría ser contraproducente.
Investigaciones destacadas por instituciones como Johns Hopkins Medicine indican que el café puede contribuir a la longevidad, mejorar el procesamiento de la glucosa y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, Parkinson, y ciertos tipos de cáncer, como el de colon, además de proteger la función hepática. No obstante, un consumo desmedido o en un horario inadecuado puede alterar la calidad del sueño, la concentración y el ritmo cardíaco.
El factor clave para determinar el mejor momento para beber café es la interacción de la cafeína con el cortisol, una hormona que regula el estrés y el estado de alerta. Los niveles de cortisol siguen un ritmo circadiano natural, alcanzando su punto más alto entre 30 y 45 minutos después de despertar. Consumir cafeína durante este pico puede atenuar su efecto estimulante y, a largo plazo, generar una mayor tolerancia a la sustancia.
La ventana óptima para el consumo
Según análisis de publicaciones especializadas como Healthline, para aprovechar al máximo las propiedades energizantes del café, es recomendable esperar a que los niveles de cortisol comiencen a descender de forma natural. Esto ocurre, por lo general, a media mañana.
Por ejemplo, para una persona que se despierta alrededor de las 6:30 a.m., el período más adecuado para consumir café sería entre las 9:30 a.m. y las 11:30 a.m. Ajustar el consumo a esta ventana horaria permite que la cafeína actúe de manera más efectiva, sincronizándose con el ciclo hormonal del cuerpo para proporcionar un impulso de energía más sostenido durante el día.
