La actriz y presentadora Whoopi Goldberg compartió recientemente detalles sobre su adicción a la cocaína durante la década de 1980, una lucha que, según afirmó, superó por su hija y el temor a morir. La revelación tuvo lugar durante una emisión de su programa, ‘The View’, donde su experiencia personal sirvió para contextualizar las complejidades de la adicción y su impacto en el entorno familiar.
El debate se originó a partir de una discusión sobre el actor Charlie Sheen, cuyo padre, Martin Sheen, intervino tras una sobredosis. Goldberg utilizó este caso para ilustrar la perspectiva del adicto, quien puede percibir una intervención como una "traición", aunque con el tiempo se revele como un acto de amor. La presentadora detuvo el debate entre sus compañeras para ofrecer su propia perspectiva, basada en su vivencia directa con la dependencia.
Goldberg enfatizó que cada proceso de adicción es único y que la principal preocupación de los familiares es evitar una tragedia. “No querían, y por suerte no sucedió, que muriera en la calle”, comentó en referencia a la familia Sheen. Sostuvo que las personas que luchan contra la adicción a menudo hacen promesas de cambio que no pueden cumplir, lo que coloca a sus seres queridos en una posición extremadamente difícil.
Un punto de inflexión en Manhattan
La actriz ha profundizado sobre este período en su libro de memorias de 2024, ‘Bits and Pieces: My Mother, My Brother, and Me’. En sus páginas, relata cómo la cocaína se volvió una presencia dominante en su vida, en un contexto de fiestas y consumo habitual en el Hollywood de la época. El momento decisivo para su recuperación ocurrió en un hotel de Manhattan. Según su relato, se encontraba consumiendo la droga a escondidas en un armario cuando fue descubierta por una empleada del hotel. Al verse en un espejo con el rostro cubierto de polvo blanco, tomó conciencia de la gravedad de su situación.
“Sabía que para recuperarme tendría que cambiar de amigos y dejar las fiestas, pero podía hacerlo. No quería morir”, escribió en sus memorias. En el programa, reiteró que el motor principal para su recuperación fue su hija, Alex. “Quería poner en orden mi vida por ella”, afirmó. El proceso, reconoció, requirió un esfuerzo determinante para alejarse de los círculos sociales y los hábitos que perpetuaban su dependencia, un camino que finalmente le permitió retomar el control de su vida.
