Creencias generalizadas sin base científica
En el ámbito de la nutrición persiste una serie de mitos que, originados en estudios incompletos, estrategias de la industria alimentaria o creencias populares, continúan influyendo en las decisiones alimentarias de la población. Sin embargo, la evidencia científica actual ha desmentido muchas de estas ideas, permitiendo una comprensión más precisa de cómo los alimentos afectan al organismo.
A continuación, se analizan algunos de los mitos más extendidos y se contrastan con el conocimiento actual proporcionado por profesionales de la salud.
Mitos sobre macronutrientes y alimentos específicos
Uno de los conceptos más arraigados es que todas las grasas son perjudiciales. Durante décadas, se recomendó evitar alimentos como aceites, frutos secos y aguacates. Hoy se sabe que las grasas saludables son esenciales para funciones como el equilibrio hormonal, la absorción de vitaminas y la obtención de energía. El aumento de peso se relaciona con un exceso calórico general y no con el consumo de un tipo de nutriente en particular.
Otra idea clásica es que el huevo aumenta los niveles de colesterol. Investigaciones recientes han demostrado que el consumo moderado de huevos no eleva de manera significativa el colesterol en personas sanas. Por el contrario, este alimento aporta proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales esenciales.
La creencia de que los carbohidratos engordan también está muy extendida. Esto ha llevado a la eliminación de pan, pasta e incluso frutas en muchas dietas. No obstante, los carbohidratos complejos son la principal fuente de combustible para el cerebro y son fundamentales para el rendimiento físico.
Respecto a la proteína y su supuesto daño a los riñones, no existe evidencia que respalde esta afirmación en personas sanas. Si bien un exceso puede ser problemático en individuos con enfermedad renal preexistente, la proteína es clave para mantener la masa muscular y la saciedad en la población general.
Falsas ideas sobre hábitos y tipos de alimentos
La popularidad de las dietas "detox", que promueven zumos y batidos para "limpiar" el cuerpo, carece de sustento. El organismo humano ya cuenta con órganos altamente eficientes, como el hígado y los riñones, que se encargan de forma natural de la eliminación de toxinas sin necesidad de productos externos.
También es común escuchar que cenar tarde provoca un aumento de peso. Lo que realmente influye en la composición corporal es el balance calórico total a lo largo del día y la calidad de los alimentos, no el horario en que se consumen.
Un mito frecuente en el supermercado es que las verduras congeladas tienen menos nutrientes que las frescas. En realidad, a menudo conservan mejor sus propiedades, ya que el proceso de congelación se realiza inmediatamente después de la cosecha, minimizando la pérdida de nutrientes que puede ocurrir durante el transporte y almacenamiento de los productos frescos.
Finalmente, existe la idea errónea de que todo el azúcar es malo. Es fundamental diferenciar: mientras que los azúcares añadidos en productos ultraprocesados deben ser limitados, los azúcares presentes de forma natural en frutas y verduras vienen acompañados de fibra, vitaminas y antioxidantes, componentes beneficiosos dentro de una dieta equilibrada.