El uso de semaglutida, comercializada bajo nombres como Ozempic o Wegovy, se ha extendido como un método para la pérdida de peso. Sin embargo, especialistas advierten que su efectividad puede estar acompañada de consecuencias significativas para la salud si no se administra con un enfoque integral, incluyendo el riesgo de un pronunciado efecto rebote.
Una de las principales preocupaciones es que una parte considerable del peso perdido no proviene de la grasa, sino de la masa muscular. Este tejido es fundamental para el funcionamiento del organismo, y su disminución impacta directamente en el metabolismo, los niveles de energía y la composición corporal general.
El riesgo de la pérdida de masa muscular
Los datos médicos indican que en diversos procesos de adelgazamiento, ya sea mediante cirugía, dietas o fármacos, hasta un 30% del peso perdido puede corresponder a masa muscular. La reducción de este tejido, esencial para mantener el gasto energético del cuerpo en reposo, no solo compromete la fuerza y el rendimiento físico, sino que también puede ralentizar el metabolismo basal. Esto se traduce en una mayor sensación de cansancio y potenciales riesgos para la salud a largo plazo.
Expertos señalan que esta pérdida de tono muscular puede ser visible, llegando a afectar incluso el rostro, en un fenómeno que ha sido denominado "Ozempic face" debido al aspecto demacrado que puede generar. A este efecto estético se suma el problema metabólico subyacente. Al suspender la medicación, muchas personas experimentan una rápida recuperación del peso perdido, ya que un metabolismo ralentizado por la falta de músculo dificulta mantener el gasto calórico. Esto favorece no solo la recuperación del peso, sino la ganancia adicional de grasa.
Las claves son el entrenamiento y la alimentación
La comunidad médica coincide en que la estrategia para mitigar estos riesgos no reside únicamente en el fármaco, sino en el acompañamiento del tratamiento. Para proteger y preservar la masa muscular, es fundamental la incorporación de un programa regular de entrenamiento de fuerza. Ejercicios básicos como sentadillas, press de pecho y peso muerto son recomendados para estimular el tejido muscular.
Esta actividad física debe ser complementada con una alimentación rica en proteínas, que provea los aminoácidos necesarios para la reparación y el mantenimiento muscular. Asimismo, es crucial ajustar el consumo de grasas saludables y carbohidratos complejos para asegurar un aporte de energía sostenido y favorecer la recuperación post-ejercicio.
En conclusión, si bien estos fármacos pueden ser una herramienta efectiva en casos específicos y siempre bajo estricta supervisión médica, no deben ser considerados una solución aislada. La adopción de cambios en el estilo de vida, principalmente a través del ejercicio y la nutrición, es esencial para evitar los riesgos asociados y asegurar que los resultados sean saludables y sostenibles en el tiempo.