Septiembre marca el mes de la concienciación sobre el cáncer hematológico, un grupo de enfermedades que, según proyecciones de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), representará el quinto tipo de tumor más frecuente en España para 2025, con una estimación de 25,770 nuevos diagnósticos. Estas patologías, que incluyen linfomas, mieloma múltiple y neoplasias mieloides, constituyen un desafío significativo para los sistemas de salud, afectando a personas de todas las edades.
Aunque los tratamientos han avanzado, las recaídas y las formas agresivas de la enfermedad siguen siendo una preocupación central. Por ello, la comunidad científica enfatiza la necesidad de diagnósticos tempranos y precisos, así como de una mayor inversión en investigación y un acceso más ágil a terapias innovadoras.
“El cáncer de sangre ha vivido una auténtica revolución con las terapias celulares, pero aún estamos lejos de poder ofrecer soluciones a todos los pacientes”, explica el doctor Joaquín Martínez, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario 12 de Octubre y director científico de la fundación CRIS Contra el Cáncer. Martínez subraya la existencia de cinco grandes retos clínicos y científicos que deben ser abordados con urgencia para mejorar la supervivencia y calidad de vida de los pacientes.
Una revolución terapéutica sin precedentes
Las terapias CAR-T, que modifican genéticamente las células inmunitarias del propio paciente para que ataquen el cáncer, han transformado el pronóstico de muchas personas con leucemias, linfomas y mielomas desde su primera aplicación en España hace más de cinco años. Antes de su llegada, menos del 20% de los pacientes con recaídas superaban los cinco años de vida. Hoy, en leucemia linfoblástica aguda, esa cifra supera el 55%, y en linfoma B de células grandes, la supervivencia al año alcanza entre el 71% y el 82%, con tasas de remisión completa de hasta el 86% en niños y jóvenes.
Los cinco grandes desafíos de la investigación
A pesar de estos logros, la investigación se centra ahora en superar las limitaciones actuales. A continuación se detallan los cinco frentes de trabajo más relevantes:
1. CAR-T de nueva generación: Para abordar las recaídas, equipos como el del doctor Luis Gerardo Rodríguez en el Hospital Clínic de Barcelona trabajan en el diseño de células CAR-T más potentes, duraderas y capaces de resistir los mecanismos de defensa de los tumores, buscando respuestas más sólidas incluso en pacientes que no responden a las terapias convencionales.
2. Nuevos tipos de terapias celulares: El equipo del Dr. Martínez investiga el uso de células inmunitarias conocidas como Natural Killer (NK) como base para nuevas terapias CAR. Estas células, que constituyen la primera línea de defensa del organismo, podrían ofrecer tratamientos más seguros y ampliar las opciones para quienes no responden a los CAR-T tradicionales.
3. Entender las resistencias a nivel genético: En la Leucemia Linfoblástica Aguda tipo B (LLA-B), la más frecuente en niños, cerca del 50% de los pacientes que parecen curados recaen. La doctora Biola Javierre, del Instituto de Investigación Josep Carreras de Barcelona, estudia regiones del ADN tradicionalmente ignoradas para comprender qué mecanismos activan o desactivan la enfermedad, con el fin de prevenir su reaparición.
4. Anticipar las recaídas con tecnología avanzada: En el Hospital Universitario 12 de Octubre, la doctora Ana Jiménez Ubieto combina el análisis del ADN tumoral circulante en la sangre con pruebas de imagen avanzadas. Este enfoque permite monitorizar la evolución de pacientes con linfoma folicular, detectar de forma temprana si un tratamiento está fallando y adaptar la terapia a tiempo, mejorando las posibilidades de supervivencia.
5. Detección precoz a través de análisis de sangre: El investigador Bruno Paiva, de la Clínica Universidad de Navarra, trabaja en el desarrollo de pruebas sanguíneas capaces de identificar con alta precisión qué personas con alteraciones benignas en la sangre tienen un riesgo real de evolucionar hacia tumores como el mieloma múltiple. Este enfoque permitiría anticiparse a la enfermedad y actuar de manera preventiva.