El abandono de carritos de supermercado es una práctica común que trasciende la simple molestia visual para convertirse en un problema ambiental significativo. Un estudio reciente de la Universidad de Warwick ha cuantificado la huella de carbono asociada a la necesidad de reemplazar estos carros, revelando un considerable impacto ecológico, principalmente derivado de la fabricación y el transporte de nuevas unidades.
La investigación, que analizó datos de países como Reino Unido, Sudáfrica y Australia, se centró en las emisiones generadas para sustituir los carritos que no son devueltos. Solo en Reino Unido, donde se estima que unos 520.000 carritos son abandonados anualmente, el transporte de los reemplazos genera la emisión de 343 toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera. Esta cifra equivale a la contaminación producida por 80 vehículos de gasolina durante un año.
El costo ambiental de fabricar y recuperar
El estudio detalla que la fabricación completa de un nuevo carrito de la compra genera 65,14 kilogramos de CO2. En contraste, el proceso de recolección, reparación y devolución de un carro abandonado emite únicamente 0,69 kilogramos de CO2. La diferencia subraya la ventaja ambiental de recuperar los carros existentes, aunque en muchos casos, estos se encuentran dañados o no son localizados, lo que obliga a los supermercados a fabricar nuevos.
Además de los costos de fabricación, procesos adicionales como la aplicación de un revestimiento de zinc para prevenir la corrosión en solo el 10% de los carros nuevos podrían duplicar la cantidad de toneladas de CO2 emitidas.
Impacto económico y soluciones corporativas
Aunque no existen cifras consolidadas en todos los países, algunas cadenas de supermercados han comenzado a monitorear el problema debido a su impacto financiero. En España, por ejemplo, la cadena Mercadona estima una pérdida promedio de 65 carritos por tienda cada año. Con aproximadamente 1.600 establecimientos, esto se traduce en más de 100.000 carritos abandonados anualmente, lo que representa un costo de reposición cercano a los 10 millones de euros.
Para mitigar estas pérdidas, la compañía ha implementado sistemas que bloquean las ruedas de los carros cuando estos salen del perímetro del supermercado. Esta medida tecnológica busca desincentivar el abandono, abordando tanto las pérdidas económicas como el consecuente impacto ambiental, un reflejo de cómo un problema cotidiano tiene implicaciones a gran escala.