La práctica de correr es una de las actividades físicas más recomendadas para mejorar la salud cardiovascular y el estado general del organismo. Sin embargo, su iniciación o intensificación puede conllevar la aparición de dolencias y lesiones musculoesqueléticas. Una de las más comunes y dolorosas es la tendinitis en la denominada pata de ganso, una condición que afecta la cara interna de la rodilla.
Anatómicamente, la "pata de ganso" se refiere al punto de inserción conjunta de los tendones de tres músculos: el sartorio, el recto interno y el semitendinoso. Cuando estos tendones se inflaman, se produce una tendinitis que genera dolor y rigidez en la zona, síntomas que se agudizan al realizar movimientos como subir escaleras, correr o incorporarse tras un periodo prolongado en reposo.
Estrategias de Prevención
La prevención de esta lesión se fundamenta en una preparación física consciente y una ejecución adecuada de la actividad. El calentamiento previo y los estiramientos posteriores son pilares esenciales para preparar la musculatura de las piernas para el esfuerzo y facilitar su recuperación, minimizando el riesgo de molestias.
Asimismo, es crucial incorporar un trabajo de fortalecimiento muscular enfocado en las rodillas, la cadera y los tobillos. Estas articulaciones absorben la mayor parte del impacto generado en cada zancada, por lo que una musculatura de soporte fuerte es la principal defensa contra las lesiones por sobrecarga.
La elección de un calzado adecuado es otro factor determinante. El calzado debe adaptarse al peso del corredor, su estilo de carrera y, fundamentalmente, a su tipo de pisada. Es recomendable someterse a análisis periódicos de la pisada, ya que una biomecánica incorrecta puede ser la causa subyacente de múltiples lesiones.
Para quienes se inician en este deporte, es imperativo evitar la sobrecarga. Un aumento progresivo en la intensidad y el volumen del entrenamiento es más beneficioso y seguro que someter al cuerpo a esfuerzos excesivos desde el principio. Finalmente, factores como una correcta hidratación, un descanso adecuado y el control del peso corporal contribuyen a mantener las articulaciones y el organismo en un estado óptimo para la actividad física.
Manejo del Dolor Existente
En caso de que el dolor ya se haya manifestado, existen pautas claras para su manejo. La recomendación principal es el descanso absoluto de la actividad que provoca la molestia para permitir que la zona afectada se recupere. Si el dolor es agudo y de aparición súbita, la aplicación de hielo puede ayudar a reducir la inflamación de manera puntual.
No obstante, la medida más importante es buscar atención profesional. Un fisioterapeuta o un médico especialista podrá realizar un diagnóstico preciso, identificar la causa subyacente del problema y establecer un plan de tratamiento personalizado y efectivo para una recuperación completa.