Con el inicio de septiembre comienza el último cuatrimestre del año, un periodo que se presenta como una oportunidad para reevaluar los objetivos personales y profesionales antes de que las rutinas se consoliden nuevamente. El regreso de las pausas estivales a menudo induce una vuelta al llamado "piloto automático", un estado en el que las acciones diarias se realizan por inercia más que por propósito.
Este es un momento propicio para la introspección y para analizar si las actividades cotidianas se alinean con las metas a largo plazo. Según la psiquiatra Marian Rojas Estapé, autora de 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas', "las personas que encuentran una finalidad, un objetivo, un sentido a su vida, tienen más razones para ser felices". La reflexión sobre si las acciones diarias contribuyen a ese propósito es fundamental para evitar la sensación de estancamiento.
Cómo evitar la inercia de la rutina
Caer en la rutina y dejarse llevar por las obligaciones diarias es una tendencia común. Sin embargo, pequeños cambios conscientes pueden generar un impacto significativo. La clave reside en la acción deliberada y en la autoevaluación constante. El escritor y conferenciante Álex Rovira subraya la importancia de cuestionar tanto las acciones como los objetivos. "Vivimos en un mundo que nos empuja a correr, a acumular respuestas, a saber mucho. ¿Y si te dijera que solo saber no basta?", plantea. Este enfoque sugiere que es esencial detenerse a reflexionar si las acciones responden a un plan definido o son meras reacciones a estímulos externos.
Reajuste de metas con claridad y propósito
Con frecuencia, las metas se establecen sin una estrategia clara para su consecución. Es fundamental definir objetivos que sean específicos, alcanzables y, sobre todo, coherentes con los valores personales. Solo de esta manera se puede avanzar con una dirección clara. El psicólogo y autor Xavier Guix señala la importancia de actuar desde la autenticidad, tomando decisiones que acerquen al individuo a su verdadera esencia y no a las expectativas de otros.
El cambio no siempre requiere transformaciones drásticas, sino que se construye a través de pequeños actos sostenidos en el tiempo. La perseverancia y la valoración de cada paso son cruciales. Al respecto, Francesc Miralles, coautor del libro 'Ikigai', enfatiza la relevancia de la constancia: "La existencia está llena de finales y principios. Si prestamos atención y damos valor a cada momento, lograremos que sea algo memorable".
Consejos prácticos para reconectar con los objetivos
Para facilitar este proceso de reajuste, los especialistas sugieren una serie de prácticas:
Revisión semanal: Dedicar un tiempo cada semana para evaluar los avances y realizar los ajustes necesarios en el plan de acción.
Establecer microhábitos: Incorporar pequeñas acciones diarias, de bajo esfuerzo pero alto impacto, que contribuyan progresivamente al logro de las metas mayores.
Visualización del éxito: Imaginar el resultado deseado y las sensaciones asociadas a su consecución puede fortalecer la motivación y el compromiso.
Celebrar los pequeños logros: Reconocer y valorar cada avance, sin importar su magnitud, ayuda a mantener el impulso y a reforzar la confianza.
Buscar apoyo: Compartir los objetivos con una persona de confianza puede proporcionar un sistema de apoyo externo que incentive la constancia.
El objetivo de este último tramo del año no es generar ansiedad por lo que no se ha logrado, sino ofrecer una ventana para reconectar con lo que es verdaderamente importante y avanzar de manera consciente y mesurada. Cada pequeño paso cuenta, y la posibilidad de reorientar el rumbo está siempre presente.