Un Debate que Oculta la Verdadera Crisis
El debate público sobre la educación en Bolivia se encuentra estancado en una falsa disyuntiva entre un modelo indigenista y descolonizador y un enfoque técnico basado en competencias globales. Sin embargo, un análisis de políticas públicas realizado por Mauricio Alzérreca Medrano argumenta que esta discusión superficial enmascara una crisis más profunda: la de un sistema educativo que se deteriora como reflejo de las fallas estructurales del propio Estado boliviano.
Según este análisis, la incapacidad del sistema para preparar a los jóvenes para los desafíos contemporáneos no es un problema pedagógico, sino el síntoma de cuatro patologías que han persistido a través de los distintos modelos de Estado en el país: el hiperpresidencialismo, un modelo económico extractivista, una cultura de búsqueda de rentas y un Estado cómplice con actividades ilegales.
Las Cuatro Fallas Sistémicas
El hiperpresidencialismo, caracterizado por una concentración excesiva de poder en el Ejecutivo, permite que cada gobierno imponga su visión educativa desde el centro, sin consenso ni consideración por la diversidad regional. Esto convierte la educación en un “botín ideológico y un medio de control”, en lugar de una herramienta de liberación, y debilita cualquier intento de autonomía local.
En segundo lugar, el modelo económico extractivista, basado en la exportación de materias primas, crea una paradoja perjudicial. Este modelo no requiere mano de obra altamente calificada, innovación o pensamiento crítico. Como resultado, con cerca del 80% de la población en el empleo informal, el sistema educativo se adapta a esta mediocridad, preparando a los estudiantes para un mercado laboral de mínimo valor agregado.
La tercera patología es la cultura rentista, una consecuencia directa de las dos anteriores. En una sociedad donde el conflicto principal es apropiarse de los ingresos de los recursos naturales en lugar de generar nueva riqueza, el mérito académico pierde relevancia. Se consolida una cultura del “mínimo esfuerzo”, donde la integridad es vista como un obstáculo. Además, la educación es capturada por intereses corporativos, como cúpulas sindicales que se oponen a la descentralización para mantener su poder.
Finalmente, el análisis señala el surgimiento de un “Estado aparente”, un concepto que describe un Estado cuya definición formal no se corresponde con la realidad social. Esta fachada se evidencia en la complicidad institucional con actividades como el narcotráfico, el contrabando y la minería ilegal. En este contexto, la educación en ciudadanía o legalidad carece de sentido cuando los estudiantes observan que la prosperidad en sus comunidades a menudo está ligada a la ilegalidad.
Propuestas para una Reforma Real
El autor sostiene que cualquier reforma educativa será un simple placebo si no se abordan estas raíces estructurales. Para ello, propone cuatro ejes de acción:
1. Debilitar el hiperpresidencialismo mediante una descentralización real que transfiera competencias y recursos a las autonomías departamentales, municipales e indígenas.
2. Impulsar una educación contra el extractivismo, enfocando el plan de estudios en ciencia, tecnología y bioeconomía para facilitar una transición hacia un modelo productivo diversificado.
3. Fomentar una cultura de la innovación a través de sistemas de evaluación y meritocracia que premien la excelencia y vinculen la formación con las necesidades de un mercado global y sostenible.
4. Convertir la educación en un pilar del Estado de derecho, con la formación en ciudadanía y ética como eje transversal, enseñando que el respeto a la ley es el único camino hacia el desarrollo.
La conclusión del análisis es clara: el objetivo no es elegir entre un tecnicismo sin alma o un culturalismo sin futuro, sino construir un sistema integral que forme ciudadanos con pensamiento crítico y principios éticos. Una meta inalcanzable mientras el Estado boliviano siga siendo centralista en la práctica, aunque plurinacional en el discurso, y dependiente de la explotación de recursos mientras aboga por la innovación.