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La candidatura de Edman Lara: entre el populismo y las advertencias de autoritarismo en Bolivia

Una revisión crítica a la candidatura a la Vicepresidencia de Edman Lara en Bolivia, analizando su retórica, las controversiales promesas económicas y su postura frente a la prensa y los acuerdos democráticos.
Edman Lara, candidato a la Vicepresidencia de Bolivia por el PDC. Foto Internet. Archivo.

Bolivia se encuentra en un momento electoral que, para algunos observadores, plantea una disyuntiva fundamental entre modelos de gobernanza. La candidatura de Edman Lara a la Vicepresidencia por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) ha generado un intenso debate y levantado preocupaciones significativas sobre la dirección política del país.

Las objeciones no se centran en diferencias ideológicas tradicionales, sino en el tono, la retórica y el contenido de sus propuestas, que han sido interpretados por críticos como indicadores de una potencial deriva autoritaria.

Un Patrón de Autoritarismo: Amenazas y Descalificaciones a la Prensa

En las últimas semanas, el candidato ha exhibido un patrón de comportamiento que, para muchos, se alinea con tácticas de populismo autoritario. Este incluye descalificaciones a la prensa, promesas de difícil cumplimiento, amenazas veladas a sus críticos y la construcción de antagonistas ficticios, todo ello envuelto en una retórica confrontacional y polarizadora.

En declaraciones públicas, el señor Lara ha arremetido contra los medios de comunicación, afirmando que al encender la televisión por la mañana uno se “llena de contenido negativo”. Ha proferido advertencias directas a periodistas y críticos, señalando: “Van a pagar todo lo que han hecho”, y añadió: “Los que me quieran hacer daño piénsenla bien, porque si fallan en el intento, yo no les voy a perdonar”. Estas expresiones han sido interpretadas como intentos de intimidación.

Prensa Libre: Un Blanco Recurrente

Más allá de la crítica, el señor Lara ha cuestionado la legitimidad de la prensa, exhortando a la ciudadanía a desconfiar de ella y a ignorar sus informaciones, sugiriendo que la única fuente de verdad emana de su propia voz. Esta postura ha evocado comparaciones con líderes históricos que buscaron controlar el discurso público.

Figuras como Joseph Goebbels o Benito Mussolini articularon visiones sobre la prensa que la subordinaban a los intereses del poder. En el contexto boliviano, el expresidente Evo Morales Ayma también ha criticado lo que describió como una “exagerada libertad de expresión”, presentándose como “víctima permanente de la prensa”. La pregunta que surge es si Bolivia está dispuesta a transitar un camino donde la prensa es sistemáticamente deslegitimada y criminalizada.

El Populismo y las Promesas Inviables

El candidato ha formulado una serie de promesas consideradas económicamente inviables por expertos. Un ejemplo destacado es la oferta de una Renta Dignidad de Bs 2.000, un monto que fue rápidamente señalado como fiscalmente insostenible. Ante las objeciones, incluso de su propio entorno, el candidato ajustó su propuesta, indicando que sería “progresiva”. Para sus críticos, estas promesas representan una estrategia populista diseñada para capitalizar el descontento social más que un plan de gobierno viable.

Otras propuestas incluyen viviendas supuestamente sin costo, créditos bancarios con intereses mínimos y largos periodos de gracia, acceso y titulación universitaria gratuitos, la legalización de vehículos no registrados (“autos chutos”), y la supresión de ciertos pagos en los sistemas de educación y salud. Todas estas carecen, según sus detractores, de un respaldo técnico o económico que demuestre su factibilidad.

Desprecio por los Acuerdos Democráticos

La preocupación por sus propuestas se complementa con la inquietud generada por su postura frente a los acuerdos democráticos. Ante la invitación de Juan Pablo Velasco, un contrincante, a firmar un pacto contra la “guerra sucia” electoral promovido por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), el señor Lara respondió con un comentario despectivo y una negativa indirecta. Este incidente fue percibido como una falta de disposición al diálogo y al respeto de las normas de convivencia democrática esperadas de un candidato a un cargo tan relevante. La ironía, según el artículo, es que el propio Lara ha denunciado ser víctima de “guerra sucia”.

La Retórica del "Nosotros contra Ellos"

Una característica central del discurso de Lara es la dicotomía entre “nosotros” y “ellos”, donde quienes no comparten su visión son etiquetados como adversarios, corruptos o merecedores de represalias. Este enfoque de liderazgo no es inédito; paralelismos históricos se han trazado con figuras como Adolf Hitler y Benito Mussolini, quienes consolidaron su poder mediante la demonización de “enemigos internos”. En tiempos más recientes, líderes como Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Jair Bolsonaro han empleado retóricas similares, polarizando a sus sociedades. En el contexto boliviano, el expresidente Evo Morales también cultivó su base de poder al dividir el país entre “patriotas” y “traidores”, señalando a la prensa como su “enemigo número uno”.

Ante estas expresiones, surge la interrogante sobre las implicaciones de su eventual ascenso al poder para instituciones como las universidades o para aquellos ciudadanos que expresen disenso. El señor Lara ha acusado a universidades de corrupción sin pruebas y ha hablado de “burocracia podrida” y “analistas vendidos”.

El Llamado a la Conciencia Cívica

La historia ha demostrado que las democracias, en ocasiones, no perecen por un golpe súbito, sino por una erosión gradual, a menudo con el apoyo popular. Observadores señalan que la elección actual de Bolivia es crucial, recordando casos de naciones que eligieron a líderes con discursos “antisistema” que eventualmente derivaron en regímenes represivos, donde la prensa fue coartada y la independencia judicial comprometida.

Si Edman Lara, asociado a Rodrigo Paz, asumiera la Vicepresidencia, advierten, obtendría una posición de influencia significativa, con acceso a recursos institucionales y la capacidad de impactar ministerios y designaciones, lo que podría permitirle implementar las políticas y cumplir las amenazas que ha verbalizado. La democracia boliviana, a pesar de sus desafíos, se mantiene, pero no es inmune a las presiones. El artículo concluye con un llamado a la conciencia cívica, instando a los ciudadanos a defender las instituciones democráticas y a considerar las implicaciones de apoyar a un candidato cuyo discurso y acciones, según los críticos, apuntan hacia una agenda autoritaria, contrastando la visión de un país con prensa libre y respeto al diálogo con la imposición unilateral.

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