El Congreso de la República de Perú ha iniciado una nueva estrategia de comunicación digital al inaugurar un canal oficial en Kick, una plataforma de streaming popular entre el público joven. La iniciativa, según fuentes oficiales, busca acercar los debates parlamentarios a los ciudadanos a través de un formato considerado más moderno e interactivo.
El lanzamiento fue anunciado a través de la cuenta oficial del Legislativo en la red social X, acompañado de una imagen generada por inteligencia artificial que representaba al Congreso como un streamer, equipado con audífonos y una silla de videojuegos. El mensaje invitaba a los usuarios a unirse a la primera transmisión en vivo.
Sin embargo, la respuesta del público fue mayoritariamente negativa. Casi de inmediato, el chat en vivo del canal y la publicación del anuncio se convirtieron en plataformas para expresar descontento. Los comentarios incluyeron duras críticas a la labor de los legisladores, cuestionamientos sobre sus ingresos y acusaciones de corrupción. Otros usuarios utilizaron el espacio para plantear demandas sobre temas políticos pendientes, como la reforma del sistema de pensiones.
La interacción también adoptó un tono de sarcasmo, con bromas sobre las prácticas de donaciones y suscripciones habituales en la plataforma. El sentimiento predominante fue de frustración, reflejado en mensajes que consideraban la iniciativa como una distracción de los problemas del país.
Una plataforma controvertida
La elección de Kick como plataforma ha sido un punto central de las críticas. Este servicio de streaming es conocido por tener políticas de moderación de contenido considerablemente más flexibles que sus competidores. Dicha permisividad ha llevado a que la plataforma albergue transmisiones con contenido polémico y, en ocasiones, a que se reporten incidentes de acoso y filtración de información en sus chats.
A pesar del objetivo declarado de mejorar la comunicación con la ciudadanía, la incursión del Congreso peruano en Kick parece haber intensificado el escepticismo público. Con una cifra inicial de apenas 50 seguidores, la percepción general entre los usuarios es que la iniciativa es un intento superficial de ganar relevancia entre los jóvenes, y que la elección de una plataforma con una reputación controvertida podría afectar negativamente la imagen del Parlamento.