Bolivia se enfrenta a un nuevo panorama político donde la negociación y el consenso serán cruciales para la gobernabilidad durante los próximos cinco años. Los resultados de la primera vuelta electoral del 17 de agosto han dejado una Asamblea Legislativa fragmentada, sin una fuerza con mayoría absoluta, poniendo fin a dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS) y abriendo un escenario que exige la construcción de alianzas para dar certidumbre al país.
Según datos del Tribunal Supremo Electoral, la nueva composición del Legislativo incluye 65 escaños para el Partido Demócrata Cristiano (PDC), 51 para LIBRE, 33 para Unidad, 8 para Alianza Popular, 6 para Súmate, 2 para el MAS y un representante del pueblo indígena Bia Yuqui. Esta distribución obliga a las fuerzas políticas a dialogar para formar una mayoría que permita no solo gobernar, sino también abordar las urgentes reformas que el país necesita.
La necesidad de acuerdos
Analistas coinciden en que la viabilidad del próximo gobierno dependerá de su capacidad para forjar acuerdos. “Necesariamente la gobernabilidad va a pasar por hacer algún tipo de alianza y con la construcción de consensos”, afirmó la analista Erika Brockmann, quien instó a dejar de “satanizar” los pactos políticos, argumentando que son “parte del alma de la democracia” siempre que se basen en programas y propuestas concretas.
En la misma línea, la politóloga Natalia Aparicio advirtió que la falta de entendimientos podría llevar a “profundizar mucho más la crisis económica y también una polarización política más dura”. Ambas expertas subrayan que lograr acuerdos en el Legislativo enviaría una señal de certidumbre a la ciudadanía, clave para resolver temas como la subvención de hidrocarburos, la estabilidad de la moneda y la reforma judicial.
El analista Carlos Hugo Molina señaló que las fuerzas democráticas deben “concertar por inteligencia y obligación”. Su organización, el Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD), identificó al menos 30 coincidencias programáticas entre las propuestas de los líderes de las tres principales fuerzas, lo que sugiere una base sólida para una posible concertación. Una eventual alianza entre el PDC, LIBRE y Unidad sumaría 149 de los 166 legisladores, lo que garantizaría no solo una mayoría absoluta, sino los dos tercios de los votos necesarios para reformas estructurales.
Posibles escenarios y desafíos
Entre los posibles escenarios de alianzas se contempla una unión entre el PDC y Unidad, o un pacto entre el PDC y la alianza LIBRE. Sin embargo, más allá de la aritmética parlamentaria, se requerirá un liderazgo capaz de dialogar y generar empatía. Rodrigo Paz, candidato presidencial por el PDC, reconoció que la gobernabilidad “es un esfuerzo de todos” y que será difícil avanzar sin diálogo.
El desafío no se limita al Parlamento. Los consensos también deberán construirse en el ámbito social para evitar la conflictividad que podría desestabilizar al nuevo gobierno. A pesar de su reducida presencia legislativa, el MAS mantiene una importante influencia en sectores sociales con capacidad de movilización. Natalia Aparicio advirtió que el próximo Ejecutivo deberá ser hábil para gestionar la presión social, anticipando una oposición potencialmente “feroz”.
Esta fragmentación política, si bien compleja, presenta una oportunidad para que los líderes políticos construyan puentes y avancen hacia un nuevo pacto social. El éxito del próximo gobierno dependerá de su capacidad para transformar la confrontación en negociación y los desacuerdos en soluciones para el país.